"El Oro y el Caos" es una obra escrita por Kwasi Kwarteng que explora más de 500 años de historia económica, centrándose en cómo el dinero ha influido en la evolución de las finanzas globales, las crisis económicas y los sistemas monetarios. A lo largo de esta obra, el autor nos ofrece una perspectiva profunda sobre la historia del dinero, desde los primeros contactos de Europa con el oro y la plata del Nuevo Mundo hasta las crisis económicas más recientes, como la de 2008.
Sin duda, lo más interesante que nos muestra Kwarteng en esta obra es la evolución de los sistemas monetarios; desde el bimetalismo hasta el actual sistema de dinero fiduciario, cada etapa ha presentado ventajas y desafíos que han definido el funcionamiento de las economías.
El bimetalismo fue uno de los primeros sistemas que buscaba estabilidad utilizando dos metales preciosos, oro y plata, como base de las monedas. Este enfoque ofrecía flexibilidad al permitir que ambos metales respaldaran la economía, además de ser accesible para países con diferentes niveles de desarrollo económico. Sin embargo, su principal inconveniente fue la inestabilidad que generaban las fluctuaciones en los valores relativos del oro y la plata. Esto provocaba desequilibrios, como los descritos por la Ley de Gresham, donde el metal más valioso era acaparado, dejando en circulación solo el de menor valor. La dificultad para mantener una relación de cambio estable entre ambos metales limitó su eficacia. Así nos lo explica Bernácer, G. (1948): ¨El precio relativo de dos mercancías cualesquiera es variable en mercado libre, pero el mercado de metales preciosos bajo el régimen bimetálico es un mercado controlado, y del único modo que un mercado puede ser controlado eficazmente, es decir, mediante un mecanismo en que se ofrece comprar y vender esos metales a un precio fijo. En estas condiciones, ninguno de los dos metales puede tener otro precio que el establecido por la ley. Si el precio de un metal en mercado libre baja por su abundancia, los productores y tenedores de el preferirán llevarlo a las Casas de Moneda o a los Bancos centrales para cambiarlo por dinero al precio legal, de modo que la circulation o la reserva de los Bancos acumula todos los excesos de existencias que pudieran deprimir el mercado teniendo que vender forzosamente en el. Por el contrario, si alguno de los dos metales se enrarece en el mercado y tiende a elevar su precio, no se elevará, porque nadie querrá pagar un precio mas elevado que aquel a que puede obtenerlo por fusión de la moneda circulante de ese metal, o yendo a pedirlo en el Banco central a cambio de billetes¨
El patrón oro reemplazó al bimetalismo como un sistema más sólido y confiable. En este modelo, las monedas estaban respaldadas exclusivamente por oro, lo que garantizaba su valor y facilitaba el comercio internacional al establecer un estándar común. El patrón oro proporcionó estabilidad y confianza, además de imponer disciplina fiscal a los gobiernos al limitar la emisión de dinero. Sin embargo, también tenía importantes limitaciones: su rigidez impedía ajustes rápidos en tiempos de crisis económicas, y la dependencia de las reservas de oro restringía el crecimiento económico. A medida que las economías se expandían, el sistema mostró sus límites, especialmente durante la Primera Guerra Mundial, cuando los países abandonaron el patrón oro para financiar sus esfuerzos bélicos.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, surgió el sistema de Bretton Woods en 1944, diseñado para proporcionar estabilidad y cooperación internacional. Este sistema vinculaba las monedas nacionales al dólar estadounidense, que a su vez estaba respaldado por oro. Bretton Woods estabilizó las tasas de cambio y fomentó el comercio internacional, apoyado por la creación de instituciones clave como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Sin embargo, el sistema dependía excesivamente del dólar y de las reservas de oro de Estados Unidos. A medida que los déficits comerciales estadounidenses crecían, la capacidad de respaldar el dólar con oro se debilitó, provocando su colapso en 1971, cuando el presidente Richard Nixon suspendió la convertibilidad del dólar en oro.
Tras el colapso de Bretton Woods, el mundo adoptó el sistema de dinero fiduciario, que ya no está respaldado por activos tangibles como el oro, sino por la confianza en los gobiernos emisores. Según nos comenta Kwarteng este modelo permitió una mayor flexibilidad monetaria, ya que los bancos centrales podían ajustar la oferta de dinero para responder a las crisis económicas y fomentar el crecimiento. Sin embargo, también introdujo nuevos riesgos. La emisión ilimitada de dinero ha fomentado la inflación y el crecimiento descontrolado de la deuda pública y privada. Además, al depender completamente de la confianza, el sistema fiduciario es vulnerable a crisis si esa confianza se quiebra.
Kwarteng en su obra nos deja ver un regreso al patron oro, comentando el potencial de china para liderar este cambio. Este cambio tan radical es en la practica realmente imposible y asi nos lo confirma numerosos economistas, en la opinion razonada de Según Ravier, este sistema depende de factores accidentales, ya que la cantidad de dinero en circulación está determinada por la disponibilidad de oro, un recurso sujeto a fluctuaciones impredecibles. Esta rigidez no permite que la oferta monetaria se ajuste al crecimiento económico, lo que a menudo genera deflación, aumentando el peso de las deudas y desincentivando la inversión.
Históricamente, el patrón oro ha demostrado ser incapaz de prevenir crisis económicas, como los pánicos bancarios del siglo XIX o la contracción monetaria de 1929-1933, que exacerbaron la Gran Depresión. Aunque uno de sus beneficios es el control de la inflación, Ravier argumenta que este objetivo puede lograrse de manera más eficiente mediante una regulación adecuada del dinero fiduciario, sin recurrir a los riesgos y limitaciones del oro.
Además, el patrón oro no impone un límite real a los gobiernos, ya que estos pueden devaluar o suspender la convertibilidad en oro en momentos de crisis, como lo demuestra su abandono en varios períodos históricos. Asimismo, este sistema es vulnerable a la especulación, ya que los especuladores pueden ejercer presión sobre las reservas de oro de los bancos centrales, desestabilizando las economías.
Otra desventaja clave es que el patrón oro no permite la existencia de un prestamista de última instancia, como los bancos centrales en el sistema fiduciario, que tienen la capacidad de inyectar liquidez en momentos de crisis. Además, la transición hacia este sistema implicaría costos masivos para reorganizar las economías globales y acumular las reservas necesarias. No es casualidad que el patrón oro haya sido abandonado por buenas razones: su incapacidad para adaptarse a las necesidades de economías modernas y en crecimiento.
Por último, Ravier enfatiza la insuficiencia de oro en el mundo actual para respaldar el volumen de dinero en circulación. Incluso si Estados Unidos quisiera liderar este cambio, no podría recrear un sistema internacional viable sin la cooperación de otras economías. En conclusión, el patrón oro es un sistema obsoleto que no puede responder a las demandas de las economías globalizadas, siendo el dinero fiduciario, bien gestionado, una alternativa más flexible y efectiva.
A diferencia de Kwarteng hay otra perspectiva sobre el futuro del sistema monetario. En esta visión a futuro vemos diversos factores a tener en cuenta en nuestra realidad:
Uno de estos es la creciente influencia de las monedas digitales es una de las transformaciones más importantes del sistema financiero. El auge de las criptomonedas descentralizadas y de las monedas digitales emitidas por bancos centrales está ganando terreno. Como el yuan digital en China, podrían redefinir el control estatal sobre la oferta monetaria y mejorar la eficiencia de los sistemas de pagos globales. Ofrecen ventajas como transacciones más rápidas, menores costos y una mayor inclusión financiera, aunque también plantean preocupaciones sobre la privacidad y la vigilancia gubernamental. Por otro lado, las criptomonedas como Bitcoin y Ethereum, a pesar de su volatilidad, han impulsado debates sobre su potencial para desafiar a las monedas fiduciarias tradicionales.
El dólar estadounidense sigue siendo la moneda de reserva global, pero su dominio enfrenta crecientes desafíos. Países como China y Rusia han promovido acuerdos comerciales en monedas locales con el fin de reducir su dependencia del dólar. Además, el desarrollo de alternativas como el euro, el yuan y los sistemas de pago descentralizados podría fragmentar el sistema monetario global, impulsando un modelo multipolar. Esta tendencia de desdolarización está motivada, en parte, por tensiones geopolíticas, como las sanciones económicas de Estados Unidos, que han incentivado a otros países a buscar una mayor autonomía financiera. Sin embargo, el dólar aún mantiene una ventaja significativa debido a la estabilidad del sistema financiero estadounidense y la confianza global en su economía.
La tecnología blockchain y las finanzas descentralizadas están a la vanguardia de las innovaciones que podrían transformar los sistemas monetarios tradicionales. Estas tecnologías prometen eliminar intermediarios y democratizar el acceso a los servicios financieros. Aunque aún se encuentran en sus primeras etapas, tienen el potencial de transformar la manera en que se crean, transfieren y almacenan los valores. No obstante, la adopción masiva de estas tecnologías dependerá de superar obstáculos como la volatilidad, los problemas de escalabilidad y la resistencia de los sistemas financieros tradicionales. Además, los gobiernos podrían imponer regulaciones estrictas para mitigar su impacto en las economías nacionales.
El futuro del sistema monetario podría tomar tres direcciones principales. Una posible evolución es la consolidación del sistema fiduciario actual, mejorando la regulación y fomentando la confianza en las monedas nacionales, con el dólar manteniendo su papel dominante. Otra opción es la adopción de un modelo multipolar, con diversas monedas compitiendo por el estatus de reserva global, respaldadas por acuerdos comerciales y geopolíticos. Por último, podría haber una transición hacia un sistema descentralizado, donde las monedas digitales, tanto públicas como privadas, lideren el cambio hacia una economía digitalizada.
Kwarten tiene un evidente sesgo conservador en el escrito y unas conclusiones precipitadas sobre el futuro del sistema monetario. Es justo en este momento de incertidumbre que hay que mirar hacia delante, un futuro donde empresas puedan crear sus propias monedas, respaldadas por su propio crecimiento. Este cambio no es algo de temer si podemos anticipar una respuesta temprana para que todo se resuma en una mejora de la calidad de vida de la persona media.
Es por todo esto que ver hacia el patrón oro sería un error, y que la gran estabilidad que nos aportaba la podríamos conseguir de otras maneras. ¿Dólares respaldados en criptomonedas? Así como el petrodólar sería una posibilidad y solo el tiempo nos podrá decir que es lo que ocurrirá.
Video resumen del libro comentado: