El G20 o Grupo de los Veinte es un foro internacional de gobernantes y presidentes de bancos centrales, que tiene como meta discutir sobre políticas relacionadas con la promoción de la estabilidad financiera internacional, siendo el principal espacio de deliberación política y económica del mundo, está integrado por veinte países industrializados y emergentes de todos los continentes: Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Arabia Saudita, Turquía, Sudáfrica
Al analizar la función de producción, La convergencia
sugiere que los países más pobres, independientemente de sus características
iniciales, deberían alcanzar a los países más ricos en términos de PIB per
cápita. Los países como Alemania, Estados Unidos y Canadá siguen estando muy
por encima de economías emergentes, aunque algunas naciones como China y la
India están mostrando un avance impresionante.
Es por esto que aunque no podamos
afirmar que los países más pobres hayan alcanzado a los países en la cúspide,
es cierto que dichos países están creciendo a grandes pasos y de manera
constante. Es decir, a este paso la teoría de convergencia se llegara a dar,
igualando así los países más ricos con las economías emergentes. Esto se debe a
que, con el mismo nivel de inversión, las economías emergentes experimentan un
mayor crecimiento que las economías desarrolladas, lo que genera un impacto más
fuerte.
Estados Unidos tiene el PIB per cápita más alto, Corea del Sur ha
enfocado su desarrollo en la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D),
lo que ha permitido la creación de un sector tecnológico muy competitivo. Esta
inversión es crucial para fomentar la innovación y la competitividad, y Corea
del Sur ha demostrado un fuerte compromiso con esta estrategia.
Por su parte, Japón, al igual que otros países
como Alemania y Corea del Sur han mantenido una economía diversificada
(como vemos en el índice de complejidad), añadiendo además una gran inversión
en I+D, lo que nos indica que Japón está apostando por ser lo más productivo
posible.
Aun con esto Japón ha sufrido durante décadas una
deflación. A lo largo de los años, el Banco de Japón (BOJ) ha intentado
combatir la deflación mediante políticas monetarias agresivas, incluyendo tasas
de interés cercanas a cero y programas de expansión cuantitativa.
Actualmente Japón se encuentra muy endeudado y con una baja inflación.
En contraste, Argentina y Australia
han visto reducida su complejidad económica. La reducción de la
complejidad económica de Argentina y Australia se debe
principalmente a su dependencia de los recursos naturales y la falta
de inversión en I+D para diversificar y sofisticar su base productiva. En
cambio, China ha logrado duplicar su complejidad económica
gracias a una política de diversificación industrial, fuerte inversión
en tecnología e I+D, y un enfoque en el desarrollo de capital humano
y educación avanzada, lo que le ha permitido evolucionar de ser una
economía manufacturera a un centro global de innovación.
Los países del G20 muestran una notable disparidad en cuanto a la gestión de
sus deudas.
Los datos sobre deuda pública, privada y corporativa de
los países del G20 ofrecen una visión integral de las finanzas globales,
mostrando diferencias significativas entre economías avanzadas y emergentes.
Los países desarrollados como Estados Unidos, Japón y Alemania
tienen niveles elevados de deuda pública, pero su capacidad para gestionarla se
ve respaldada por economías estables, acceso a financiamiento a tasas de
interés bajas y una mayor confianza de los inversionistas. Por ejemplo, Estados
Unidos y Japón mantienen deudas públicas altas debido a políticas fiscales
expansivas, pero su acceso al mercado de deuda sigue siendo favorable debido a
la fortaleza de sus economías y monedas.
Por otro lado, en economías emergentes como Argentina
y México, la deuda pública representa un desafío mayor. La inestabilidad
económica, la inflación y la alta tasa de interés a la que deben recurrir para
financiarse, elevan el costo de la deuda, lo que pone en riesgo la
sostenibilidad fiscal a largo plazo. Esto es particularmente preocupante en
países como Argentina, que enfrenta dificultades económicas estructurales y
crisis recurrentes, mientras que México, aunque en una situación relativamente
mejor, también debe lidiar con un entorno de deuda externa más costoso.
En cuanto a la deuda privada, países como Australia
y Canadá presentan niveles elevados, lo que refleja economías avanzadas
con mercados financieros desarrollados. Estos niveles altos de deuda privada
pueden fomentar el crecimiento económico en tiempos de estabilidad, pero
también exponen a estos países a mayores riesgos en momentos de desaceleración
económica o aumento de tasas de interés. En China, la creciente deuda
privada es un indicio del rápido crecimiento y expansión industrial, aunque
esto genera preocupaciones sobre el riesgo de sobreendeudamiento de empresas y
el impacto en la estabilidad financiera del país.
Finalmente, la deuda corporativa ha aumentado
considerablemente en naciones como Canadá y Francia, lo que
sugiere un ambiente empresarial expansivo, respaldado por financiamiento barato
y la necesidad de financiar proyectos de gran escala. Mientras tanto, Brasil
y China, aunque con deuda corporativa significativa, también enfrentan
retos derivados de la dependencia de grandes inversiones en infraestructura y
la necesidad de mantener un crecimiento sostenido.
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