La transición hacia vehículos eléctricos y el uso creciente de gas natural en el transporte de carga están acelerando el declive en el consumo de combustibles tradicionales como el diésel y la gasolina. Según Wu Mouyuan, vicepresidente del Instituto de Investigación Económica y Tecnológica de CNPC, la demanda de diésel alcanzó su punto máximo en 2019, mientras que la de gasolina lo hizo el año pasado.
En un foro reciente, Wang Lining, director de investigación de mercados petroleros del mismo instituto, destacó que la demanda de petróleo en 2024 se mantendrá prácticamente estable en torno a los 756 millones de toneladas. Asimismo, proyectó que la capacidad de refino del país alcanzará su máximo nivel en 2028, marcando un paso importante en la transformación energética de China.
Además del petróleo, el informe de CNPC ofrece una perspectiva amplia sobre las tendencias energéticas futuras en el país. Se prevé que la producción de crudo nacional se mantenga constante en 200 millones de toneladas anuales (aproximadamente 4 millones de barriles diarios) hasta 2035, reflejando el compromiso de China con su seguridad energética. Paralelamente, la producción de gas natural podría llegar a los 310.000 millones de metros cúbicos en 2035, antes de experimentar una ligera disminución hacia 2060.
La electrificación, impulsada por el crecimiento de las energías renovables, se perfila como un elemento clave en la transición energética de China. Según el informe, la participación de la electricidad en la matriz energética del país aumentará 1,3 puntos porcentuales por año, alcanzando el 63% del mix energético para 2060. Este avance, junto con la incorporación de tecnologías limpias, permitirá que la demanda de energía primaria alcance su punto máximo en 2035, con un equivalente a 7.000 millones de toneladas de carbón estándar, para luego disminuir a 6.400 millones en 2060.
Este cambio hacia un modelo más sostenible tiene implicaciones significativas tanto para China como para el mercado global del petróleo. Durante años, el país ha sido el principal motor del crecimiento en la demanda mundial de crudo, con importaciones diarias de aproximadamente 11,3 millones de barriles, una cifra equivalente al consumo de cinco 'Españas'. Sin embargo, el adelanto en el pico de consumo redefine las expectativas y genera incertidumbre para los exportadores tradicionales de petróleo.
La transición también refleja un cambio en las prioridades de Pekín, que apuesta por reducir su dependencia de los combustibles fósiles mientras fomenta el desarrollo de tecnologías renovables. Esta estrategia posiciona a China como líder en el camino hacia la sostenibilidad, aunque enfrenta retos como garantizar un suministro energético seguro y asequible durante el proceso de transformación.
"Con una demanda de petróleo que triplica la de India, el tercer mayor consumidor mundial, China es el único país en desarrollo importante donde la demanda de gasolina y diésel se está estancando o lo hará en el futuro cercano", afirma Kang Wu, director global de investigación de demanda de petróleo en S&P Global Commodity Insights. Mientras la demanda de petróleo en los países desarrollados ya ha alcanzado su punto máximo, la mayoría de las naciones en desarrollo, excepto China, seguirán experimentando un crecimiento en el consumo. Según Wu, el comportamiento de China será decisivo para determinar cuándo la demanda global de petróleo alcanzará su punto máximo.
En un escenario global donde la descarbonización es una prioridad, el liderazgo de China podría marcar el comienzo de una nueva era energética. A medida que el país redefine sus estrategias y ajusta sus objetivos, el mundo observará de cerca el impacto de estos cambios en el equilibrio energético internacional.
Fuente de la imagen: https://datosmacro.expansion.com/energia-y-medio-ambiente/emisiones-co2